sábado, febrero 25, 2006
TELEPERFOMANCE recurre al control de esfínteres
COMFIA-CC.OO. denuncia la presión a la que se ven sometidos los trabajadores y trabajadoras de teleperformance empresa que gestiona la oficina telefonica de Unión Fenosa en Galicia, la misma amenaza con no dejar a sus trabajadores ir al baño cuando lo necesiten, si la sección sindical de CC.OO. consigue por medio de denuncias en inspección de trabajo el cumplimiento de los tiempos de descanso de pantallas a que obliga el Convenio Colectivo de Telemarketing.
TELEFONICA TEABLA

Las personas sensibles al idioma sufrimos entonces con este desprecio a la ortografia y lo manifestamos por escrito en la sección "Cartas al director" del periódico regional. Seguramente, mis alumnos de ese año recordarán los escritos que enviamos para pedir que se repusiera el acento "perdido u olvidado".
Esta mañana, al pasar por una muy céntrica calle de mi ciudad , me quedé de piedra y lamenté no disponer de un móvil con cámara para fotografiar el anuncio de una tienda que dice literalmente: "Telefonica te abla", cambiando el modelo de letra en cada palabra.
Me pregunto qué tiene esta empresa con la lengua para perpetrar tan flagrante agresión que irrita los ojos. ¿Creerá que así va a aumentar la clientela?...
Lo que está a la vista es que quienes nos dedicamos al noble oficio de enseñar Lengua Española lo tenemos harto difícil, porque somos como enanos luchando contra gigantes poderosos que día a dia, a dentelladas, despedazan la labor silenciosa que se hace en las aulas.
Incluyo a continuación una imagen que no es exactamente igual a la que yo ví, pero repite el error:

Las reglas de ortografía de uso de la hache se estudian en los cursos 5º y 6º de Primaria. ¿Cómo convencer a los niños de que sean cuidadosos y no pongan faltas en sus escritos?
lunes, febrero 20, 2006
Sin el mute
Estamos frente a un edificio de varios pisos, tiene todas las luces encendidas pero ningún signo de vida en su interior: hoy es fiesta y las oficinas están cerradas. En principio es un edificio de oficinas normal, tipo aséptico-práctico. Lo que llama la atención es la presencia de los dispositivos de vigilancia de la entrada (un escáner para bolsos, cámaras de vigilancia,…) pero, sobre todo, la falta de cualquier tipo de distintivo, logotipo, panel, que indique que se trata del edificio de una empresa con nombres y apellidos, de un espacio de trabajo. Ni rastro.
Frente a este elocuente camuflaje nuestras guías nos comienzan a explicar el complejo entramado de las compañías de telemarketing: nos hablan de su propia empresa, de la falta de formación, del contenido del trabajo, de la identificación o no con el mismo, de lo que este trabajo puede afectarte y de las defensas que se crean para esto no suceda.
Algunas empresas (como Amena) realizan sus propios trabajos de telemarketing y disponen de sus propios espacios de trabajo equipados a este efecto. Pero la empresa a la que pertenecen nuestras compañeras, Qualytel, es una empresa cuy@s emplead@s trabajan en campañas de telemarketing para otras empresas, en régimen de subcontrata. Qualytel cuenta con 600 emplead@s a su cargo, carne de subcontrata, algun@s se encuentran en sus propios edificios, a otras se les envía a los inmuebles de la empresa o institución para la cual estén realizando la campaña de turno. Estas campañas tienen una duración variable (lo mismo las hay de un mes que de 10 años y se llevan a cabo para todo tipo de empresas o instituciones clientes (para el Insalud, el Instituto de la mujer, Madritel,…).
Para entrar en la empresa lo que te piden es facilidad de palabra. Luego ya, según la campaña pueden exigir unos conocimientos más específicos: para la de Telepadre (asesoría para realizar de la declaración de la renta), por ejemplo, se pide la carrera de económicas o de empresariales. Entre las personas que acuden a este tipo de trabajos hay un porcentaje muy alto de gente joven y universitaria (en torno a un 70 por 100). Aunque ahora está entrando también gente más mayor, gente de mediana edad que se encuentra en el paro y no tiene más remedio que currar en lo que hay. También existe un componente elevado de mujeres: por una parte, es cierto que este parece el tipo de trabajo que corresponde al perfil que se tiene de las mujeres, que requiere las típicas cualidades asociadas al género femenino como la amabilidad, la sonrisa permanente, la capacidad de comprensión, de comunicación, de afecto,…. Por otra, es que son principalmente ellas, nosotras, las mujeres, las que en mayor proporción se presentan a las entrevistas ¿acaso porque también somos las más afectadas por la precarización del mercado laboral? En la empresa, la formación que reciben l@s emplead@s es escasa o nula. Anteriormente, antes de recibir el contrato se solía pasar por una semana de curso de formación no retribuido (ahora, por convenio, estos cursos han pasado a ser de tres días), tras el cual te podían contratar o no. Durante este tiempo la formación consiste en estar trabajando gratis: lo que aprendes, te lo enseñan tus compañer@s. La empresa, eso sí, te enseña ciertas palabras tabú, palabras que nunca se han de decir al cliente, como por ejemplo, que una empresa nunca tiene problemas, sino incidencias. Las trabajadoras, más creativas, también inventan su propio lenguaje y expresiones como la del túnel negro (cuando te pones a consultar datos y dejas al cliente colgado esperando) o la de la sonrisa telefónica (esa sonrisa automática, de amabilidad forzada, cuando contestas a una llamada).
Al principio todo el mundo está asustado, piensas que no sabrás cómo atender una llamada, que no encontrarás qué decir: pero enseguida te das cuenta de que tras las primeras cinco llamadas que recibas, el resto serán todas semejantes… Pero es cierto que no todas las campañas son iguales: es muy distinto llevar a cabo una televenta, que atender llamadas de urgencia del 061 (Insalud) o de mujeres maltratadas de la línea 900 (campaña de malos tratos del Instituto de la Mujer). Aunque para la empresa todo es lo mismo: no existen protocolos para estos trabajos más delicados que se desempeñan sin haber recibido ningún tipo de formación especial (se aprende, como siempre de l@s compañer@s) y se les aplica la misma política despiadada de obtención de beneficios. Lo que significa que has de hacer de tripas corazón y si te llaman al 061 para pedir una ambulancia tu tarea consiste en convencer al cliente para que renuncie a ella y acuda al ambulatorio más cercano, o si hablas con una mujer que acaba de ser maltratada has de intentar que la llamada sea lo más breve posible, de desviarla cuanto antes al psicólogo o al abogado, según el caso. No hay seres humanos del otro lado del hilo, sólo clientes, fuentes de beneficio. Así que a la empleada se le pide también un a cierta “deshumanización”.
¿Cómo te afecta esto? Pues mucho. Te pasas ocho horas al día recibiendo llamadas, así que llegas a casa y si suena el teléfono al descolgarlo contestas con un inevitable “¿Madritel dígame?” Cómo tú trabajo consiste sobre todo en aguantar broncas, mucha gente se amarga muchísimo. Tienes que empeñarte de veras para impedir que tu carácter se vuelva más seco, para aprender a desconectar y seguir siendo capaz de sonreír de verdad (en vez de poner la “sonrisa telefónica”). Esto exige una dura mentalización: asumir eso, que tú intentas hacer las cosas lo mejor posible pero es que en general no puedes hacer nada, no estas encargada ni cuentas con los recursos para solucionar el problema técnico o humano de la persona a la que atiendes, que muchas veces está enfadada y se desahoga contigo, te descalifica, te tacha de incompetente. Y tú, pues eso, a aguantar el chaparrón y repetirte una y otra vez: yo hago bien mi trabajo, no soy una incompetente, sólo que mi tarea se reduce fundamentalmente a esto: a aguantar el chaparrón. Aunque quizá lo más decepcionante, lo que más afecte, sea el ambiente de trabajo y la inestabilidad. No sé como lo han logrado pero, a pesar de las deplorables condiciones de trabajo, han creado un ambiente de agresividad, de fuerte competitividad. Ya no consiste en que hagas bien tú trabajo, sino en que lo hagas mejor que el resto.
Es todo muy contradictorio. Por un lado la gente que llega piensa que éste va a ser un trabajo transitorio, aspiran a algo mejor. Hay un importante porcentaje de universitari@s que se han creído aquello de que si estudias conseguirás un trabajo adecuado a tu formación. Para ell@s toda esta aventura del telemarketing no es más que algo pasajero, hasta que encuentren su verdadero trabajo. Cuando en vez de tres meses te tiras tres o más años, y cuando después de probar en otros curros, vuelves al desempleo y caes de nuevo en el telemarketing (que siempre queda ahí como alternativa), esta gente se frustra, piensa que no ha logrado lo que se esperaba de ella, que no ha conseguido realizarse. Por el contrario, también hay mucha gente que está encantada. Gente que viene de curros precarios aún peores (telepizzas, buzoneo, mensajer@s, emplead@s de hostelería,…) y para los que este trabajo de oficina supone un mejora. Estás calentit@, sentadit@ y puedes aparentar que trabajas para una empresa importante. En vez de currar para Qualytel siempre te queda la opción de decir que lo haces para Madritel o para el Insalud, para esa empresa cliente que subcontrata los servicios de Qualytel. Además muchas empresas de telemarketing, como Qualytel, instalan sus oficinas en zonas caras de la ciudad (en el barrio de Salamanca, en la Moraleja) de modo que también cabe presumir de que trabajas en Jorge Juan, por ejemplo.
sábado, febrero 18, 2006
Trabajo basura

Pues bien, mi amigo está teniendo problemas con la justicia. O, para ser exactos, con algún abogado, que a veces una cosa no tiene nada que ver con la otra. Parece ser que “las opiniones vertidas por algunos usuarios del foro perjudican la imagen de sus representados”, en palabras de los propios abogados. Nos ha jodido Mayo con las flores, ¿o sea que la libertad de expresión acaba cuando empiezan los intereses de las empresas? Pues va a ser que sí. Al parecer, todas y cada una de las libertades acaban en ese mismo punto.
No es que me sorprenda. Antecedentes hay muchos, como el caso de David Lozano y Axpe Consulting. David trabajaba para Axpe y estaba descontento por diversas razones. Dejó la empresa, y ejerciendo su derecho a la libertad de expresión publicó un breve artículo en su página web relatando su entrevista de salida. Multitud de internautas escribieron comentarios al artículo, éste empezó a ser enlazado en muchas otras páginas, y en pocos días sucedió lo que yo creo que es la clave del asunto: el enlace subió hasta los primeros puestos de Google al buscar “Axpe Consulting”.
Hoy por hoy David se enfrenta a dos demandas por difamación. Él, a pesar del gasto de tiempo y dinero que le supone, está librando la batalla legal y se ha negado a retirar su artículo o retractarse de sus declaraciones. Es todo un ejemplo de entereza; la gran mayoría hubiera optado por someterse a las exigencias del demandante sólo por ahorrarse los gastos de la defensa al son del “yo no quiero problemas”. Todos deberíamos estar dispuestos a afrontar los problemas derivados de ejercitar nuestros derechos más básicos.
Al webmaster de TrabajoBasura ya le han exigido varias empresas el ser retiradas de su listado, bajo amenaza de “emprender acciones legales”. Ahora le envían una citación con objeto de averiguar la identidad de los autores de ciertos comentarios. Y yo me pregunto: ¿qué les molesta tanto a estos señores? ¿Por qué intentar silenciarnos a todos? ¿De qué tienen miedo? La respuesta es fácil. En España, y presumiblemente en otros muchos países, el sector tecnológico es una estafa a gran escala donde se cobra por un conocimiento, una experiencia y una profesionalidad que no se tienen, un negocio bastante lucrativo en el que los miles de horas que se le roban al empleado y se le facturan al cliente se emplean en solucionar problemas que nunca debieron haberse producido y que son consecuencia directa de la absoluta incompetencia y falta de preparación y de ética de los directivos, casi todos pertenecientes a la simpática generación de los autodenominados “nuevos emprendedores”, que en su mayoría no son más que los pícaros y charlatanes de toda la vida que ahora se lanzan al ruedo de las tecnologías disfrazados de JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Prepotentes). Hace años vendían crecepelo y elixir de la juventud, ahora crecebeneficios y elixir del valor añadido. En ambos casos se aprovechan de lo mismo: la ignorancia y/o ingenuidad de cliente, que para cuando se da cuenta de que no sólo sigue siendo calvo si no que además tiene cáncer de piel, ya no encuentra al estafador por ninguna parte porque se ha dejado barba, le ha cambiado el logotipo al carro y ahora opera en el pueblo de al lado.
Claro, antes no podías irte a internet y buscar “Crecepelo el Honrado Mr. Dodgy” antes de comprar. Ahora, por suerte, la información fluye libremente por las autopistas digitales, más que le pese a los que pretenden vivir de la ignorancia ajena o del simple peaje. La polémica está servida: empresas contra particulares difamadores, periodistas contra intrusos blogeros, sociedades de autores contra piratas comunistas. Es tan obvio que da risa.
Cierto es que en esta autopista circula mucha información falsa. Igual que antes, pero al menos ahora proviene de muy diversas fuentes. Durante la fiebre de las puntocom cada empresa tenía su propio portal de noticias, dedicado en exclusiva al bombo y platillo y la publicidad engañosa. “ChiringuitoOnLine es una empresa joven y dinámica, líder en el sector de la cría de la angula, que cuenta con un equipo de profesionales con cinco lustros de experiencia y que en su primer año de vida ha facturado tropecientos millones. Fuente: ChiringuitoNews.com”. La realidad del asunto es que se ha facturado a sí misma a través de una filial y que al batallón de becarios esclavizados se le han muerto todas las angulas y ahora se pegan setenta horas a la semana pintándole ojos a los fideos.
Hay honrosas excepciones, sí. Empresas que funcionan, que cumplen con el cliente y con el empleado, y que no creo que necesiten poner demandas por difamación.
Yo confío en que la maquinaria de la justicia no se moverá para cerrar un simple foro o silenciar a un particular, si no para solucionar de una vez por todas esta precaria situación laboral que obliga a muchos a vender su juventud a algún farsante. Entretanto, señores JASP, a joderse tocan.
Articulo extraido de aquí
jueves, febrero 16, 2006
Teleoperadoras de AMENA = GILIPOLLAS
Y siguen opinando de los teleoperadores para responder
AMENA, vergonzosa atención al cliente
Teleoperadores incompetentes
Riendose de la gente.
MOVISTAR, atención al cliente lamentable

Pues te vas a encontrar con otra subcontrata igual o peor, esta es Atento
Esta subcontrata se jacta de tratar a sus trabajadores como basura.
Esta es la queja de un cliente, aparecida en solo quejas.com
Sin el Mute: deriva por el trabajo de telemarketing
Estamos frente a un edificio de varios pisos, tiene todas las luces encendidas pero ningún signo de vida en su interior: hoy es fiesta y las oficinas están cerradas. En principio es un edificio de oficinas normal, tipo aséptico-práctico. Lo que llama la atención es la presencia de los dispositivos de vigilancia de la entrada (un escáner para bolsos, cámaras de vigilancia,…) pero, sobre todo, la falta de cualquier tipo de distintivo, logotipo, panel, que indique que se trata del edificio de una empresa con nombres y apellidos, de un espacio de trabajo. Ni rastro.
Frente a este elocuente camuflaje nuestras guías nos comienzan a explicar el complejo entramado de las compañías de telemarketing: nos hablan de su propia empresa, de la falta de formación, del contenido del trabajo, de la identificación o no con el mismo, de lo que este trabajo puede afectarte y de las defensas que se crean para esto no suceda.
Algunas empresas (como Amena) realizan sus propios trabajos de telemarketing y disponen de sus propios espacios de trabajo equipados a este efecto. Pero la empresa a la que pertenecen nuestras compañeras, Qualytel, es una empresa cuy@s emplead@s trabajan en campañas de telemarketing para otras empresas, en régimen de subcontrata. Qualytel cuenta con 600 emplead@s a su cargo, carne de subcontrata, algun@s se encuentran en sus propios edificios, a otras se les envía a los inmuebles de la empresa o institución para la cual estén realizando la campaña de turno. Estas campañas tienen una duración variable (lo mismo las hay de un mes que de 10 años y se llevan a cabo para todo tipo de empresas o instituciones clientes (para el Insalud, el Instituto de la mujer, Madritel,…).
Para entrar en la empresa lo que te piden es facilidad de palabra. Luego ya, según la campaña pueden exigir unos conocimientos más específicos: para la de Telepadre (asesoría para realizar de la declaración de la renta), por ejemplo, se pide la carrera de económicas o de empresariales. Entre las personas que acuden a este tipo de trabajos hay un porcentaje muy alto de gente joven y universitaria (en torno a un 70 por 100). Aunque ahora está entrando también gente más mayor, gente de mediana edad que se encuentra en el paro y no tiene más remedio que currar en lo que hay. También existe un componente elevado de mujeres: por una parte, es cierto que este parece el tipo de trabajo que corresponde al perfil que se tiene de las mujeres, que requiere las típicas cualidades asociadas al género femenino como la amabilidad, la sonrisa permanente, la capacidad de comprensión, de comunicación, de afecto,…. Por otra, es que son principalmente ellas, nosotras, las mujeres, las que en mayor proporción se presentan a las entrevistas ¿acaso porque también somos las más afectadas por la precarización del mercado laboral? En la empresa, la formación que reciben l@s emplead@s es escasa o nula. Anteriormente, antes de recibir el contrato se solía pasar por una semana de curso de formación no retribuido (ahora, por convenio, estos cursos han pasado a ser de tres días), tras el cual te podían contratar o no. Durante este tiempo la formación consiste en estar trabajando gratis: lo que aprendes, te lo enseñan tus compañer@s. La empresa, eso sí, te enseña ciertas palabras tabú, palabras que nunca se han de decir al cliente, como por ejemplo, que una empresa nunca tiene problemas, sino incidencias. Las trabajadoras, más creativas, también inventan su propio lenguaje y expresiones como la del túnel negro (cuando te pones a consultar datos y dejas al cliente colgado esperando) o la de la sonrisa telefónica (esa sonrisa automática, de amabilidad forzada, cuando contestas a una llamada).
Al principio todo el mundo está asustado, piensas que no sabrás cómo atender una llamada, que no encontrarás qué decir: pero enseguida te das cuenta de que tras las primeras cinco llamadas que recibas, el resto serán todas semejantes… Pero es cierto que no todas las campañas son iguales: es muy distinto llevar a cabo una televenta, que atender llamadas de urgencia del 061 (Insalud) o de mujeres maltratadas de la línea 900 (campaña de malos tratos del Instituto de la Mujer). Aunque para la empresa todo es lo mismo: no existen protocolos para estos trabajos más delicados que se desempeñan sin haber recibido ningún tipo de formación especial (se aprende, como siempre de l@s compañer@s) y se les aplica la misma política despiadada de obtención de beneficios. Lo que significa que has de hacer de tripas corazón y si te llaman al 061 para pedir una ambulancia tu tarea consiste en convencer al cliente para que renuncie a ella y acuda al ambulatorio más cercano, o si hablas con una mujer que acaba de ser maltratada has de intentar que la llamada sea lo más breve posible, de desviarla cuanto antes al psicólogo o al abogado, según el caso. No hay seres humanos del otro lado del hilo, sólo clientes, fuentes de beneficio. Así que a la empleada se le pide también un a cierta “deshumanización”.
¿Cómo te afecta esto? Pues mucho. Te pasas ocho horas al día recibiendo llamadas, así que llegas a casa y si suena el teléfono al descolgarlo contestas con un inevitable “¿Madritel dígame?” Cómo tú trabajo consiste sobre todo en aguantar broncas, mucha gente se amarga muchísimo. Tienes que empeñarte de veras para impedir que tu carácter se vuelva más seco, para aprender a desconectar y seguir siendo capaz de sonreír de verdad (en vez de poner la “sonrisa telefónica”). Esto exige una dura mentalización: asumir eso, que tú intentas hacer las cosas lo mejor posible pero es que en general no puedes hacer nada, no estas encargada ni cuentas con los recursos para solucionar el problema técnico o humano de la persona a la que atiendes, que muchas veces está enfadada y se desahoga contigo, te descalifica, te tacha de incompetente. Y tú, pues eso, a aguantar el chaparrón y repetirte una y otra vez: yo hago bien mi trabajo, no soy una incompetente, sólo que mi tarea se reduce fundamentalmente a esto: a aguantar el chaparrón. Aunque quizá lo más decepcionante, lo que más afecte, sea el ambiente de trabajo y la inestabilidad. No sé como lo han logrado pero, a pesar de las deplorables condiciones de trabajo, han creado un ambiente de agresividad, de fuerte competitividad. Ya no consiste en que hagas bien tú trabajo, sino en que lo hagas mejor que el resto.
Es todo muy contradictorio. Por un lado la gente que llega piensa que éste va a ser un trabajo transitorio, aspiran a algo mejor. Hay un importante porcentaje de universitari@s que se han creído aquello de que si estudias conseguirás un trabajo adecuado a tu formación. Para ell@s toda esta aventura del telemarketing no es más que algo pasajero, hasta que encuentren su verdadero trabajo. Cuando en vez de tres meses te tiras tres o más años, y cuando después de probar en otros curros, vuelves al desempleo y caes de nuevo en el telemarketing (que siempre queda ahí como alternativa), esta gente se frustra, piensa que no ha logrado lo que se esperaba de ella, que no ha conseguido realizarse. Por el contrario, también hay mucha gente que está encantada. Gente que viene de curros precarios aún peores (telepizzas, buzoneo, mensajer@s, emplead@s de hostelería,…) y para los que este trabajo de oficina supone un mejora. Estás calentit@, sentadit@ y puedes aparentar que trabajas para una empresa importante. En vez de currar para Qualytel siempre te queda la opción de decir que lo haces para Madritel o para el Insalud, para esa empresa cliente que subcontrata los servicios de Qualytel. Además muchas empresas de telemarketing, como Qualytel, instalan sus oficinas en zonas caras de la ciudad (en el barrio de Salamanca, en la Moraleja) de modo que también cabe presumir de que trabajas en Jorge Juan, por ejemplo.
En el comedor de mi trabajo se está criando el "Mosquito Tigre"
JAZZTEL, no gracias

Respuesta de Jazztel: ninguna. Desde el 26 de enero les he llamado todos los días, pero nadie de Jazztel se ha puesto en contacto conmigo para hacer pruebas, contarme lo que pasa, darme una explicación…
No es la primera vez que tengo problemas con Jazztel, y mi nivel de cabreo es ya considerable, así que usando el eslogan de Jazztel “pasa a la acción” he decidido dar un paso más. Además de varias reclamaciones vía Asociación de Internautas y la Oficina de Atención al Usuario de Telecomunicaciones he decidido poner un banner en la página, al menos hasta que se solucione el problema.
Hasta ahora teníamos buhos (weblogs sin publicidad), conejos (weblogs con publicidad) e incluso buhonejos(digamos que híbridos). Ahora me temo que nace una nueva categoría, la de los “conejos cabreados”, la de weblogers que ponen contrapublicidad.
Mi número de incidencia termina en 6715 (por si alguien de Jazztel lee esto… y decide pasar a la acción)
- 1,2,3… Jazztel otra vez (carta abierta a Leopoldo Fernández Pujals)
- Jazztel 20 megas, Jazztel 20 pegas
Actualización 1
Al día siguiente de escribir esta entrada, me llamó una amable señorita de parte de Jazztel, para decirme que ella personalmente se encargaba de mi incidencia. Le recordé lo del router y dijo “¡ah! ¿pero todavía no lo ha recibido?”. Ese mismo día a las 20.30 horas recuperé la línea telefónica (después de 6 días). Aún no tengo ADSL.
Por cierto, ¿alguien sabe que subcontrata lleva la atención al cliente de Jazztel?